Escrit de Juan Karlos Santana Martín, des del mòdul d’aïllament de la presó de Ponent

‘UTOPÍA DE LA CORRUPCIÓN’

Abrirán las cárceles, todas las cárceles de exterminio y de la vergüenza en la geografia ibérica. Eso ocuirrirá el día de la SINCERIDAD.

A la Libertad accederán vagos y maleantes (los traficantes ya accedieron a ella conla Reformadel código Penal de 23 de Diciembre de 2010), contrabandistas de armas, transformistas, timadores, anarquistas, usureros, sabandijas, perturbadores antisistemas, pandilleros, violadores y pederastas (aunque bien pensado, estos indeseables son lo más deseado para la santísima inquisición carcelaria porque, según ellos, son ‘personas’ manipulables, vamos, que acceden a la libertad antes de lo que lo hacemos los demás), rateros, carteristas, forjadores de sueños, expropiadores bancarios, profanadores de cobre, ladronzuelos del cuarto al tres y alguno que otro de ‘cuello blanco’ porque, la mayoría de estos jamás han pisado la cárcel.

Ese día las calles del país se llenarán de tipos de las más inverosímiles malas costumbres y la más baja calaña. Si el ciudadano común se sintiera desconcertado ante semejante panorama, pero no sentiríamos lo delincuentes libres, encandilados de súbito por el ‘sol de la libertad’. Contrariamente a lo que pueda pensar, el país no se convertiría en una especie de ‘BRONX’ de los años 80. El desconcierto, la duda y el recelo inmovilizarán a los delincuentes y el impacto será tal, que muchos quedaremos traumatizados por la vida y de por vida. ¿ustedes han visto alguna vez a un criminal traumatizado? Es algo realmente traumático; traumatizaría al ciudadano de a pie ver cómo se nos trata en éstas reincertadoras y reeducadoras casas, tras sus sepulcrales muros.

Para los psicópatas y sociópatas, una sociedad así resultaría insufrible; hacer el mal donde impera el mal no deparará ningun placer ni a los mas aberrados. De hecho, muchos de nosotros optaríamos por la bondad, que sería excepcional y hasta subversiva. En una actitud abiertamente provocadora y desestabilizante, se nos verá ayudar a las viejecitas a cruzar las aceras, les compraremos bombones a los ciegos y nos dedicaremos a trabajar honradamente, como debe ser. Delinquir, en el viejo sentido, nos parecerá lo más irrisorio del mundo. La foto de un dedo acusador que apuntaba hacia ‘Camps’ me hizo imaginar esta sociedad utópica. Era el índice acusador de no se qué Di-putado durante un debate de corrupción. Aquel dedo enfatizaba las palabras de mi sórdido prontuario. Y en el congreso de los di-Putados retumbaban las acusaciones de ladrones, especuladores, narcos-complacientes, sobornadores y comisionistas. Allí unos contra otros, esgrimian CDs comprometedores, vergonzosos, fotocopias de cheques indebidos, gravaciones de conversaciones con CAPOS y prófugos de la justícia; ‘que como el amor debe ser ciega y sorda’, visas negociadas, tratas de blancas, cartas, emails, telegramas y miles de pruebas más que, como única respuesta, recibían desde la otra bancada una descarga mayor de contra-acusaciones aún peores. Y todas debidamente sustanciadas.

Entonces me dije: ‘Los que estamos en las cárceles, bien podríamos pedir su libertad en nombre de una ciega justícia igual para todos. O nosotros salimos o los que estan en el congreso entran’. A menos que, por una extraña doble moral, deliquir sea un privilegio, una licencia, una potestad y un derecho adquiridos solamente por algunos. De no ser así, el debate sólo debía continuar sin fin pues no tendría sentido discutir una realidad que todos hemos aceptado.

Si yo asumí mi vileza y mi delito, no me hace que me la restrieguen. ‘Si chicos-as, soy un ladrón; ¿y qué? Diríamos con el mayor de los orgullos’.

Solo algún honesto alocado rogaría compungido ‘PERDÓNALOS, BAKUNIN, QUE NO SABEN LO QUE DICEN’.

JUANKA SANTANA, PRESO EN EL CENTRO DE EXTERMINIO DE PONENT

15-03-2012

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